domingo, 4 de mayo de 2008

Universo Zen




Aunque en los últimos años, lo oriental y específicamente lo japonés esté de moda en los países occidentales, lo cierto es que hasta hace relativamente poco tiempo se sabía bien poco de la cultura y la civilización japonesa. Hasta mediados del siglo XIX permaneció aislado del resto del mundo, e impermeable a influencias foráneas. Con el comienzo de la llamada Era Meiji en 1868 se ponía fin a un régimen casi feudal con siglos de antigüedad. Comienza la apertura, y es entonces cuando empiezan a llegar noticias del país nipón, y comienzan a difundirse las estampas que tanto fascinarán a los pintores europeos de finales del siglo XIX.

En tiempos más recientes, y vinculada más al campo del diseño, ha tomado relativa vigencia la estética zen. Aunque de significados muy complejos, que podréis desentrañar en este enlace si os interesa el tema, el Zen viene a ser una variante del Budismo que tiene en la relajación, la sencillez y la capacidad de abstracción algunas de sus claves. En el campo del Arte, el Zen ha conocido en los llamados jardines de té sus más celebradas manifestaciones. Su crácter sobrio y abstracto es motivo de inspiración para el diseño actual más vanguardista. Hay que decir que toda esta sencillez estructural responde a unos criterios perfectamente estudiados.

En el campo de la pintura, hay un buen número de artífices que desarrollaron esta estética. La pintura zen japonesa responde a los mismos principios de sobriedad, lo que a veces desemboca en unos resultados cercanos a la abstracción, en los que la idea cobra significado más allá de la forma, lo que viene a ser un anticipo de lo que, a nivel artístico, se vivirá en Europa con las vanguardias artísticas del siglo XX.

Nada mejor para ilustrar la pintura zen que esta obra que os presento, "El Universo", de Gibon Sengai (1751-1837). Con él, la simplicidad llega a sus máximas consecuencias, gracias a un trazo rápido y espontáneo. De lo que aquí se trata es de manifestar una idea, exteriorizar lo interior, haciendo válida la premisa de Suzuki Daietsu ("La belleza no está en la forma exterior, sino en el significado que ella expresa"). Quizás sea esta su obra más abstracta. Siguiendo a Daietsu, la idea que quiere dar esta composición monocroma a base de un círculo, un triángulo y un cuadrado, sería la siguiente:

El círculo, el triángulo y el cuadrado son la pintura de Sengai del Universo. El círculo representa el infinito, y el infinito es la base fundamental de todos los seres. Pero el infinito en sí mismo no tiene forma. Los humanos, dotados de inteligencia y sentidos, necesitamos formas tangibles. De aquí el triángulo. El triángulo es el comienzo de todas las formas. De él sale primeramente el cuadrado. Un cuadrado es un doble triángulo. Este proceso de doblar las formas sigue indefinidamente, y así tenemos la multitud de los seres, a los que el filósofo chino llama "las diez mil cosas", es decir, el Universo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un tema fascinante. Los paponeses siempre han sido un pueblo con una sensibilidad diferente concentrando en pequeños gestos grandes acciones.
Recomiendo el libro "El elogio de la sombra" de Tanizaki, un libro pequeño pero que ayuda a entender un poco la sensibilidad japonesa.
Curro.

Gonzalo González dijo...

Muchas gracias, Curro, por tu comentario. Y cómo no, por la recomendación.

Saludos!

Ricardo García Jurado dijo...

Hola profe!! Siempre me ha parecido que el tema del arte oriental está muy poco profundizado en Europa, ya que sabemos bien poco, y sinceramente me parece fantastico que por fin aprendamos un poco mas de la cultura milenaria oriental, y en especial del arte japonés, muy buen articulo!! un saludo!!!

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