Vamos a empezar a hablar del Barroco por el final. Es cierto que la arquitectura barroca europea tuvo grandes momentos en Italia de la mano de Bernini y Borromini, o en Francia, al amparo de la corte de Versalles. Pero no hay que olvidar el extraordinario desarrollo que tuvo el estilo en Centroeuropa en su fase más avanzada. Arquitectos como Fischer von Erlach, Andreas Schlüter o Daniel Pöppelmann dieron forma a un tardobarroco exuberante, de imponentes cúpulas y profusa decoración.
Poco antes de mediar el siglo XVIII, el Barroco era un estilo que sentía evidentes síntomas de agotamiento, por lo que la evolución que éste estuvo marcada por el desarrollo de la decoración, que pasará a ser la protagonista de los edificios, más que su propia estructura o su concepción espacial. Es así como llegamos al Rococó, bello e inquietante epílogo, que despliega ante el espectador esa llamativa e imaginativa gama de motivos decorativos sin otra pretensión que la de llamar la atención. En este sentido, el carácter funcional pasa a un segundo plano, y el Rococó se convierte así en un subestilo que utilizarán las más importantes cortes europeas del momento. Es especialmente significativo el desarrollo alcanzado en Francia, pero también en Alemania, en donde nos encontramos no pocos palacios de rocambolescas plantas y exultantes jardines.
Muy cerca de Berlín se encuentra la pequeña ciudad de Postdam. Allí, el visitante podrá encontrar un conjunto de palacios, edificados en su mayor parte durante el siglo XVIII. Todos ellos se encuentran rodeados de jardines y fuentes, y no destacan únicamente por sus caracteres arquitectónicos, sino que también conservan en sus interiores interesantes muestras de mobiliario rococó, artificioso y pretencioso, rozando a veces aquel concepto -también alemán- del kitsch.
De las muestras palaciegas que Postdam nos ofrece, el caso más interesante puede ser perfectamente el Palacio de Sanssouci. Antecedido por un conjunto de esculturas, fuentes y jardines dispuestos en diversas terrazas curvas de forma escalonada, el visionado de su fachada es de gran fuerza plástica. Precisamente, esta fachada nos muestra además algunas de las constantes del Barroco en cuanto a lo teatral, lo sorpresivo y lo, hasta cierto punto, artificioso, en relación al gusto por las líneas curvas y las estructuras cupulares, que crean una continua sensación de movimiento y de contrastes lumínicos. Edificado en 1744 por el arquitecto Von Knoblelsdorff, tiene la particularidad de ser tan sólo de una planta. Esto le da una aparente sencillez que contrasta sin embargo con la decoración escultórica en la que no faltan figuras de atlantes de gran calidad.
Una curiosa construcción en un entorno privilegiado. Imprescindible una escapadita en tren para todo aquel que se pase por Berlín.
En la imagen, el autor del blog ante el Palacio de Sanssoucci. Agosto 2007.
Poco antes de mediar el siglo XVIII, el Barroco era un estilo que sentía evidentes síntomas de agotamiento, por lo que la evolución que éste estuvo marcada por el desarrollo de la decoración, que pasará a ser la protagonista de los edificios, más que su propia estructura o su concepción espacial. Es así como llegamos al Rococó, bello e inquietante epílogo, que despliega ante el espectador esa llamativa e imaginativa gama de motivos decorativos sin otra pretensión que la de llamar la atención. En este sentido, el carácter funcional pasa a un segundo plano, y el Rococó se convierte así en un subestilo que utilizarán las más importantes cortes europeas del momento. Es especialmente significativo el desarrollo alcanzado en Francia, pero también en Alemania, en donde nos encontramos no pocos palacios de rocambolescas plantas y exultantes jardines.
Muy cerca de Berlín se encuentra la pequeña ciudad de Postdam. Allí, el visitante podrá encontrar un conjunto de palacios, edificados en su mayor parte durante el siglo XVIII. Todos ellos se encuentran rodeados de jardines y fuentes, y no destacan únicamente por sus caracteres arquitectónicos, sino que también conservan en sus interiores interesantes muestras de mobiliario rococó, artificioso y pretencioso, rozando a veces aquel concepto -también alemán- del kitsch.
De las muestras palaciegas que Postdam nos ofrece, el caso más interesante puede ser perfectamente el Palacio de Sanssouci. Antecedido por un conjunto de esculturas, fuentes y jardines dispuestos en diversas terrazas curvas de forma escalonada, el visionado de su fachada es de gran fuerza plástica. Precisamente, esta fachada nos muestra además algunas de las constantes del Barroco en cuanto a lo teatral, lo sorpresivo y lo, hasta cierto punto, artificioso, en relación al gusto por las líneas curvas y las estructuras cupulares, que crean una continua sensación de movimiento y de contrastes lumínicos. Edificado en 1744 por el arquitecto Von Knoblelsdorff, tiene la particularidad de ser tan sólo de una planta. Esto le da una aparente sencillez que contrasta sin embargo con la decoración escultórica en la que no faltan figuras de atlantes de gran calidad.
Una curiosa construcción en un entorno privilegiado. Imprescindible una escapadita en tren para todo aquel que se pase por Berlín.
En la imagen, el autor del blog ante el Palacio de Sanssoucci. Agosto 2007.