domingo, 24 de enero de 2010

Tempestades



En 1844, William Turner (1775-1851) sorprendía al mundo del arte con su obra Lluvia, vapor y velocidad. No sería la primera vez que se valiera de los fenómenos atmosféricos para dar rienda suelta a un sentido de la composición absolutamente novedoso. Dos años antes, en 1842, realizaría la obra titulada Vapor en la costa de Harbour's Mouth durante una tormenta de nieve, que ilustra esta entrada. Estas dos pinturas tienen algunos puntos en común que lógicamente se explican por la cercanía temporal que media entre una y otra.

Para entender la temática de estas obras tenemos que remontarnos a la Revolución Industrial que había liderado desde finales del siglo XVIII Inglaterra, país natal de este artista. Es por ello que no es difícil encontrar dentro de sus creaciones alusiones más o menos evidentes al progreso técnico, que si en esta obra queda ejemplificado a través de un barco de vapor, en otras se refleja a través de una locomotora de ferrocarril. No cabe duda que los avances industriales vinieron acompañados de una revolución en los medios de transporte. Se constata además que los pintores no quedaron al margen de estos avances, por lo que interpretaron a través de sus obras todo cuanto se estaba desarrollando a nivel industrial y tecnológico. Resulta sintomático que encontremos un mayor número de estaciones de ferrocarri, trenes o barcos de vapor que de fábricas, seguramente menos evocadoras del progreso, menos fotogénicas.

Turner es posiblemente uno de los primeros pintores que se acercó al mundo del progreso. Y lo hizo con una técnica novedosa que en cierto modo adelanta algunas de las constantes que luego se verán explotadas con el Impresionismo. La pincelada es totalmente suelta en sus últimas obras, y su dirección parece seguir, en esta caso concreto, la de la tempestad que amenaza con volcar el barco. En cierto modo, el autor parece querer ensalzar a la naturaleza más que al progreso, actitud típicamente romántica, sólo que aquí no se recrea únicamente en elogiar al paisaje, sino que introduce elementos contemporáneos. Para esta obra nos ofrece una composición espiral en la que el barco ocupa la posición central. Todo parece estar mínimanente esbozado, dejándose al espectador el privilegio de atisbar los elementos que componen la escena. La gama cromática se reduce básicamente a los grises y los ocres, creando una atmósfera llena de poesía y melancolía.

Uno de los pintores que mejor ha llevado al Arte el concepto de lo Sublime.



2 comentarios:

clariana dijo...

Es un pintor extraordinario, por el color, por el movimiento que integra en sus cuadros, evocador de la situación que nos quiere trasladar. Es romántico en toda su esencia, diría yo. Gracias por recordárnoslo de una forma tan clara y concisa. Saludos.

Antonio Martínez dijo...

Fantástico Tuner. Ya sabrás que habrá una exposición en el Prado dentro de nada, Saludos desde INICIARTE

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