domingo, 7 de septiembre de 2008

El mundo de Cristina



Es muy común escuchar a veces que los norteamericanos no tienen historia y sus contribuciones al mundo del Arte han sido escasas. Esta aseveración no es, ni mucho menos, del todo cierta. Baste recordar que fue en esas primeras trece colonias británicas que darían paso a los Estados Unidos donde se dieron los primeros pasos hacia el Liberalismo, antes que en Francia. Baste recordar todo lo que conlleva la aparición de la industria cinematográfica, o la eclosión de los movimientos artísticos de vanguardia durante la segunda mitad del siglo XX tras la desoladora situación europea una vez acabó la Segunda Guerra Mundial. Historia reciente, puede ser, pero Historia. Y con mayúsculas.

El pintor que firma esta enigmática obra, El mundo de Cristina, no es ni el más conocido ni el más innovador del siglo XX. Andrew Wyeth, nacido en 1917, pintó este lienzo hacia el año 1948, mucho después de que en Europa se hubieran superado convencionalismos y siglos de tradición académica, y justo cuando la ciudad de Nueva York asistía al nacimiento del Expresionismo Abstracto, con autores como Jackson Pollock o Wilhem de Kooning. En este sentido, podría decirse que su obra no es especialmente novedosa, y mucho menos rompedora. Pero Wyeth no vivía en Nueva York. Wyeth era de Pensylvania. Y como es común en gran parte de la tradición pictórica estadounidense, basó su pintura en un acercamiento a la realidad, a medio camino entre lo anecdótico y lo pintoresco. Así, su producción está llena de paisajes rurales, de retratos de lugareños, en los que demuestra una absoluta maestría técnica especialmente visible en la minuciosidad con la que representa los elementos más nimios. Recordemos, además, que por los mismos años está trabajando, con soluciones estéticas similares aunque con una temática algo más urbana su compatriota Edward Hopper, que ha gozado de un mayor reconocimiento. Baste recordar esta Casa junto a las vías del tren para ver que las distancias entre ambos son más sutiles de lo que nos puede parecer.

En la obra que nos ocupa, observamos una casa de similares características al fondo del paisaje. Uno de los puntos fuertes de este cuadro se basa precisamente en la composición, esto es, en la forma en la que el autor ha conformado el paisaje, y en la decisión de situar la línea del horizonte tan extremadamente alta. Ello motiva que el espacio reservado al cielo sea bastante pequeño, mientras la mayor parte del cuadro está invadida por una pradera de tonalidades ocres y amarillentas, bastante uniforme, y únicamente salpicada por la figura de la joven Cristina que, de espaldas al espectador, parece querer alcanzar las casas que aún se divisan en la lejanía. Todos estos elementos, sabiamente conjugados como lo están, crean cierta sensación de desasosiego en el espectador, que muy fácilmente se preguntará qué hace la joven allí, hacia dónde se dirige, y cuál es su motivación. El resultado de esta sensacional obra está cercano a lo onírico, a lo fantasioso, y en la mano de cada espectador está la solución a cuál es verdaderamente el mundo de Cristina. No será difícil recordar además obras cinematográficas estadounidenses, como El mago de Oz (1939) o Psicosis (1960). Es, en definitiva, un cuadro que estimula la imaginación del que lo contempla.

La explicación oficialista de esta escena no es menos singular; al parecer, Cristina era una chica minusválida que iba arrastrándose por la pradera para coger flores y llevarlas a su casa. Wyeth nos la muestra débil y enfermiza, y pone el énfasis en el personaje, de forma que nos identifiquemos con él. Por ello las casas están lejanas. Por ello sentimos nosotros esa misma sensación de agobio, de impotencia ante el mundo desolador y amenazante circundante.

Si habéis quedado fascinados con esta pintura, aquí os propongo un vídeo para recorrer parte de la producción artística de Andrew Wyeth:

9 comentarios:

Remedios Escobar dijo...

No sólo fascinada con la pintura, sino con tu forma de adentrarnos en cada obra que propones.

¡Eso sí que es tener arte!

Un beso, amigo.

mangeles dijo...

Un mundo hacia dentro...un mundo pequeño, interior...hacia el hogar...interesante cuadro.

Un beso

Pilar Álamo dijo...

El acercamiento a la realidad de los pintores norteamericanos contemporáneos siempre me ha fascinado.
Uno de los pintores que despertó en mi ese interés por los temas realistas,vistos desde una personalidad un tanto irónica fue Grant Wood y su obra "Gótico americano". Si quieres leer mi comentario sobre este artista te invito a pasar por mi blog.
Un saludo desde Aranjuez

clariana dijo...

Me ha encantado el video de este pintor americano. El mundo de Cristina refleja algo enternecedor y maravilloso. Un cuadro del video en que presenta una cama blanca con un perro blanquecino, pacíficamente recostado, que casi se confunde en el color, me ha impresionado. Gracias por las aportaciones y la sensibilidad de tu blog. Mª Ángeles L.

mangeles dijo...

Guauuuu¡¡¡¡ por fin he podido ver el video..con dificultades...más de 20 minutos..pero ha valido la pena...tengo que verlo más veces....impresionante...al principio me he asustado un poco...pero a partir del hombre con gorra y camisa o cazadora negra...todo...genial...

La casa preciosa...y la habitación..y ...uff

Besos...

Andrés Rodríguez Morado dijo...

Gracias, es excelente la entrada. Me ha hecho refleionar mucho. Gracias otra vez

Anónimo dijo...

Me identifico con esta obra, jaja! no se por qué... la sensación que da el espacio o mi envidia por estar ahí donde está la protagonista.
Saludos!

Gonzalo González dijo...

Muchas gracias, Remes. Qué recueros cuando empezamos el blog! Este siempre estará unido al tuyo y al de Marisa!

Mangeles, me alegr que te haya gustado la entrada y el vídeo!

Gracias pr tu comentario, Morisot, y por esa entrada americana que propones tú también

Gracias tambiéna jardi, nes y crisna. Espero volver a veros por aquí!

kayla dijo...

hoy nos lo han enseñado en clase de procedimientos pictoricos ^^

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