domingo, 25 de octubre de 2009

El equilibrio, según Sánchez Cotán


Que no todo lo barroco es recargado o excesivo, ya se ha dicho en más de una ocasión en este blog. Que el Barroco es algo mucho más complejo, también. Y que el Barroco español tiene una riqueza que va mucho más allá de la mera temática religiosa, aunque la religión impregne, de una u otra forma, la mayor parte de la producción artística.

El campo del bodegón barroco español supone un caso muy paradigmático de todo cuanto decimos, y en sus imágenes se materializa el misticismo imperante en buena parte de las órdenes religiosas que en el siglo XVII dominaban una mayoría de los encargos artísticos de este país. El caso de Zurbarán es de sobra conocido, en sus series de pinturas sobre mártires y santos de órdenes como los franciscanos o los dominicos, pero también en sus bodegones, absolutamente austeros y despojados de cualquier indicio de exultante riqueza. Al contrario, dichas obras apuestan por la sencillez, por el silencio. Se trata de un espíritu muy común en el campo de la naturaleza muerta del siglo XVII, en contraposición, por ejemplo, a los frugales bodegones holandeses, que muestran una sociedad burguesa pudiente, mientras que los españoles dan una imagen de austeridad que puede tener un doble significado: Por un lado, nos habla de un misticismo que entronca con la Contrarreforma y la defensa de los valores del Catolicismo. Por otro, alude a la situación social de la España del seiscientos, en franca decadencia tras el esplendor vivido durante la centuria anterior.

El caso de Juan Sánchez Cotán (1560-1627) es especialmente llamativo, al concentrarse prácticamente la totalidad de su producción en este género. El hecho de que fuera monje cartujo nos ayuda a entender la extraordinaria pureza que emana de sus bodegones, que más que muestrarios de alimentos parecen ser escenas que se recortan sobre un fondo generalmente neutro que no es sino una sencilla ventana, sobre la que se recortan frutas y verduras y, en menor medida, otros alimentos como pescados o aves. En sus composiciones, dichos alimentos adoptan categoría de protagonistas y parecen disponerse como si de personas se trataran, mostrando un ejercicio de equilibrio verdaderamente sorprendente, estableciendo entre ellos líneas curvas y parábolas minuciosamente estudiadas. Según los estudiosos, el autor no quiere dotar a estos elementos deuna naturaleza concreta, sino que parece exaltar la naturaleza creadora de Dios. Por eso refulgen, con un dibujo preciso, sobre la ventana, utilizando una técnica claroscurista muy común en el primer tercio del siglo XVII en el que se enmarca su obra.

Nunca está de más redescubir a este enorme pintor, que no es más pequeño por mostrarnos temas en apariencia de menor calado.


3 comentarios:

clariana dijo...

Me gusta el estilo de este pintor por el cuadro que muestras y el que se puede observar clicando "sencillez" Es como si individualizara las frutas, en un conjunto en el que se parte de la unidad, distinguiéndola de la otra unidad.
Me has recordado que quería poner un post de un pintor que tiene unos bodegones extraordinarios, se llama Fleger, el nombre de pila no lo recuerdo ahora. Es manierista, creo que alemán y me parece que lo pondré. Saludos afectuosos.

clariana dijo...

Es George Flegel.

Gonzalo González dijo...

El cuadro que se abre al pinchar en "sencillez" es de Zurbarán, no sé si habrá quedado muy claro en el texto

Esperando a ese pintor, no me suena ahora mismo

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