En el Imperio Asirio, la caza mayor constituía un deporte de prestigio especialmente reservado a los monarcas. Afortunadamente, se conservan obras en las que se representan escenas cinegéticas de la época, entre las cuales ocupan un puesto primordial en la Historia del Arte los famosos relieves del Palacio de Asurbanipal en Nínive, en la Alta Mesopotamia. Estamos hablando de un conjunto de relieves ejecutados en el siglo VII antes de Cristo. Aunque los temas relacionados con la caza no sean los únicos, sí que son, muy probablemente, los más interesantes. En ellos podemos ver al propio rey cazando leones y un amplio repertorio de animales en las más variadas posturas y actitudes. Sorprende, además de la notable calidad alcanzada, los altos niveles de realismo, poco comunes hasta esa época.
Un ejemplo de ese realismo lo podemos ver en la escena más conocida de estos relieves, la leona herida del Museo Británico. Las flechas han acertado a dar en la parte trasera del animal, atravesando su columna vertebral. Ello le impide articular sus extremidades posteriores, que arrastra cansinamente. Sin embargo, resiste valientemente ante el dolor, como muestran las patas delanteras, enérgicas y tensas. Igualmente, la cabeza es tratada con admirable realismo. La leona sigue rugiendo amenazadoramente, lo que nos ayuda a entender la fiereza de un animal que resiste aún en sus últimos momentos. Un ejemplo sensacional de la calidad artística alcanzada en algunas de las culturas antiguas del Próximo Oriente, que no nos debe hacer olvidar, ni mucho menos, otros restos escultóricos del mismo conjunto, como es el león herido, procedente del mismo palacio.
Para terminar, me gustaría rescatar la hermosa y brillante descripción que hizo de esta obra Antonio Blanco Freijeiro en su clásica obra "Arte Antiguo del Asia Anterior", publicada en 1972:
... la flecha que lleva clavada en la base del cuello no ha afectado seriamente a la parte delantera de su cuerpo. En cambio la clavada en la pelvis ha paralizado sus miembros posteriores. La leona ruge, no de dolor, sino de rabia, dispuesta aún, con el medio cuerpo que le queda, a despedazar a quien se ponga a su alcance. Ella, la reina de la estepa, muere como una reina, sin despertar compasión ni desearla...
4 comentarios:
No, no dá, ni pena ni compasión...dá miedo...sigue siendo la reina...y aún sabiendola mermada...ni de broma te acercarías a ella...Me encanta...es preciosa.
Un beso
Gracias por pasarte por aquí, un saludo!
No es por nada, esta muy bien el comentario, pero veo que puede faltar algo mas de información. Aun así gracias por interesarte en esta obra.
Es magnífica, poderosa, una perturbadora crónica cinegética y a la vez una estremecedroa mezcla de la decandencia y la superación :)
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