sábado, 6 de septiembre de 2008

Plazas para el pueblo



Si nos fijáramos en la toponimia de las calles y plazas de los pueblos y ciudades de España, llegaríamos rápidamente a la conclusión de que muchos de ellos tienen plazas mayores o calles mayores, incluso ambos al mismo tiempo. El origen de estas plazas mayores, que luego tendrán su versión en el continente americano, se remonta al nacimiento de la Edad Moderna. Si nos paramos a pensar en el urbanismo medieval, veremos que una de las notas de identidad son las calles estrechas y tortuosas, de complicado trazado y de aparente improvisación. Dentro del ámbito peninsular, esta circunstancia es aún más acusada en las ciudades que se mantuvieron durante más tiempo bajo dominio musulmán. En uno y otro caso, la razón de estos trazados irregulares estriba, en gran medida, en la compleja situación política de los siglos medievales, con continuos flujos fronterizos por el control del territorio, lo que motivó en gran medida que las ciudades se arracimaran sobre sí mismas, como una medida de autoprotección frente al enemigo invasor.

Cuando la Península Ibérica quedó finalmente bajo dominio estrctamente cristiano, empezaban a llegar novedades artísticas y culturales desde Italia. Se empezaba a ver necesaria la remodelación de muchas de las ciudades y la proyección de amplios espacios públicos para el disfrute de los ciudadanos. En España, el modelo no queda definitivamente instaurado hasta los primeros años del siglo XVII, justo cuando la estética barroca comenzaba a dar sus primeros frutos. A esta época pertenece, precisamente, la Plaza Mayor de Madrid, proyectada por uno de los arquitectos más destacados del primer tercio del siglo, como es José Gómez de Mora (1586-1648). Se trata de un arquitecto que, al servicio de la dinastía de los Austrias, dio respuesta a las inquietudes estéticas de un momento en el que, si bien el Barroco entraba en escena, aún quedaban claros resquicios clasicistas heredados del impacto causado por la construcción más importante del siglo anterior, el Monasterio de El Escorial. Es por ello que el primer Barroco se caracteriza, en España, por ser bastante austero y comedido, especialmente en lo que a los exteriores se refiere. En este contexto se idearon, como decimos, estas plazas mayores, destinadas a acoger los festejos públicos tan propios y característicos de la época. Suelen ser recintos acotados y tener planta cuadrangular, con cuatro o más accesos. Además, en la mayor parte de los casos están porticadas, para así facilitar el tránsito de los ciudadanos, así como las posibles transacciones, en días de lluvia o inclemencias meteorológicas.

Como vemos, la Plaza Mayor de Madrid cumple todos estos preceptos. Inserta en el caserío del Madrid más castizo, tuvo que destruirse parte del trazado medieval para su construcción. Con una estética clasicista, se trata de una obra singular, fácilmente reconocible, cuyas señas de identidad son el color rojizo de los ladrillos y los chapiteles de pizarra, notas, por otra parte, comunes de su autor. Es, como decimos, una de las primeras que se levantaron. Con ella quedó fijado el modelo, seguido posteriormente por otras ciudades y villas, tanto en el siglo XVII como en los siglos venideros. como muestran las de Salamanca, Valladolid, Córdoba, Bilbao, Barcelona, Badajoz, San Sebastián, Almagro... la lista sería interminable.

Espacios públicos, señas de identidad de ciudades y pueblos. Lugares que han vivido con las ciudad, casi siempre en el papel de protagonista, los acontecimientos de la historia. Sitios que aún hoy cumplen una función insustituible y que, como en el caso de Madrid, son centros de visita obligada para todo aquel viajero que llega.

5 comentarios:

Marisa García dijo...

Muchas gracias por la información que proporcionas en cada una de tus entradas. Muy interesante esta de la Plaza Mayor de Madrid.

Un abrazo.

Gonzalo González dijo...

Muchas gracias a ti por visitar mi blog de vez en cuando.

Un abrazo grande!

Rafa dijo...

Ahí estuve yo hace dos semanas cuando fui a Madrid, es preciosa, aún así una gran plaza es la que hay en la Coruña, y su ayuntamiento ya apaga y vamonos.
Si es que en España tenemos cada cosa que da gusto...

Saludos de un tarracohispaliense!!

mangeles dijo...

El placer de tomarse una cervecita (a precio de lujo, esos sí) en la Plaza Mayor de Madrid, un día de sol de primavera, o de primeros días de verano ...es.....ufff...te puedes pasar horas mirando los portales, los balcones, las terrazas...la gente que va y viene...

Un beso

Ah...estoy con Rafa...el Ayuntamiento de la Coruña es una maravilla (horas también pasé sentada en la Plaza María Pita mirándolo).

Un saludo Rafa

MDELAVEGA dijo...

Hola Gonzalo, te escribo desde Venezuela, te comento que formo parte de un equipo de trabajo enfocado en recuperar plazas y parques de los centros historicos del oriente del pais. Para ello, la investigacion historica es obviamente obligatoria. A donde me recomiendas buscar informacion referente al momento en que los arboles son incluidos dentro de la arquitectura paisajistica de las plazas? son en realidad un icono de la era moderna o forman parte de alguna costumbre o tecnica de siglos pasados? entiendo que las plazas construidas a partir del Siglo XVII, como la hermosa Plaza Mayor de Madrid, no poseian estos elementos...sin embargo he investigado que el arbol del tamarindo, por ejemplo, fue introducido a America proveniente de Espana y este a su vez fue introducido a la Peninsula Iberica por los Musulmanes, debido a sus propiedades medicinales y exquisito sabor de su fruto, pero formaba parte en realidad de los arboles de una plaza o simplemente se sembraban en los patios traseros de las casas coloniales? mil gracias por tus comentarios...

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