La Visitación es uno de los temas iconográficos más familiares del arte cristiano. Representa el momento en el que María acude a la casa de su prima Isabel para comunicarle la noticia de su embarazo. Ha sido representado por no pocos pintores a lo largo de la Historia del Arte.
En el caso que nos ocupa, se trata de la original visión ofrecida por el pintor italiano Jacopo Carrucci, popularmente conocido como Pontormo (1494-1557), sin duda uno de los máximos exponentes del Manierismo, junto a otros pintores notables como Parmigianino, Bronzino o Correggio, entre otros. En la obra de Pontormo se hacen evidentes algunas de las transformaciones que experimentó el arte italiano hacia el segundo tercio del siglo XVI. Si nos fijamos bien en esta obra, se ha evitado un marco natural o arquitectónico claro que ayude a crear una perspectiva clásica. Al contrario, las figuras se nos muestran en primer plano, y las referencias espaciales son difusas, casi irreales. Asimismo, la elección cromática rehúye igualmente de cualquier tratamiento académico para apostar por unos colores poco convencionales, especialmente acusados en las vestimentas de los personajes, cuyas proporciones, nuevamente, nos vuelven a llevar al campo de lo anticlásico, al apostar por un alargamiento que explotarán posteriormente pintores como el ya citado Parmigianino o el propio Greco.
El Manierismo, además de ser una respuesta más o menos intencionada ante el agotamiento de las formas clásicas, supone un punto de desequilibrio, de inestabilidad. Es una de sus notas definitorias. En esta obra sorprende, además de sus características técnicas, la forma en la que el tema, aparentemente sencillo, ha sido representado. Así, el autor apuesta por una visión irreal de la escena, al mostrarnos la figuras de María e Isabel por duplicado, de forma que vemos los mismos personajes de perfil y de frente. Además, recurre a una curiosa forma de invertir los colores de las vestimentas, para así evitar un exceso de homogeneidad cromática, a la vez que, de paso, provoca cierto desconcierto en el espectador, que cree estar viendo cuatro figuras cuando realmente son dos los personajes representados.
Como vemos, una obra curiosa, de calidad incontestable, que, junto al soberbio Descendimiento, constituye lo mejor de su autor.
2 comentarios:
No tengo palabras. No sé que decir. Salvo que durante este mes he ido a ver al Prado varias veces la exposición EL RETRATO DEL RENACIMIENTO, y El Caballero de la Mano en el Pecho del GRECO es....maravilloso.
Voy a poner el descendimiento de Pontormo en mi blog.
Gracias.
BEsos
El Greco... me gusta desde que tengo uso de razón.
Gracias por la visita!
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