Paul Gauguin (1848-1903) fue uno de los pintores más atrevidos de finales del siglo XIX, y ocupa un lugar destacado en la Historia del Arte no sólo por su producción artística, sino también por la influencia que ésta ejerció sobre movimientos artísticos posteriores. Él es uno de los llamados postimpresionistas. Un creador que, partiendo del Impresionismo, logró crear un estilo propio, un sello inconfundible, hasta conformar algo totalmente novedoso y alejado de todo lo que el resto de los artistas de su tiempo realizaban.
Gauguin era sin duda un personaje peculiar. Cansado de su trabajo en la banca y del ruido de la gran ciudad, huirá de París en diferentes ocasiones hasta que por fin se dedique en cuerpo y alma a la tarea de pintar. Fruto de esas escapadas tenemos los cuadros de temática simbolista y religiosa realizados en Bretaña, como El cristo amarillo y La visión después del sermón. Vinculado por siempre a Vincent van Gogh, en cuya casa de Arles pasó una temporada y de la que quedan muestras tan emocionantes como el Retrato de Van Gogh pintando girasoles, Gauguin se especializó en dotar a sus obras de un extraordinario colorido, donde los amarillos y los rojos brillan saturados, potentes. No le importó lo más mínimo ir alejándose de la reproducción mimética de la realidad, y así se explica que entre sus imágenes veamos árboles rojos, ríos verdes, caballos azules o cristos amarillos. Esta utilización arbitraria del color no pasó desapercibida después de su muerte, y fue retomada por diversos artistas, entre los que destacan especialmente los Fauvistas.
Su obra no hubiera sido la misma, sin embrago, si no se hubiera acercado con la sinceridad de un niño a culturas exóticas de los confines del mundo. Logró alejarse del mundanal ruido, que tan poco le gustaba, cuando fijó su residencia en Tahití (Polinesia). Se introdujo de lleno en la cultura de los pobladores indígenas de la isla, llegando a titular los cuadros en la lengua autóctona de los personajes retratados. Este conjunto de obras pintadas en Tahití resulta insólito y lleno de calidad. Nos muestra a un Gauguin completamente original, lleno de luz, de color, y en cada cuadro, en cada imagen, hay un símbolo que leer. Puesto que no se trataba únicamente de dejar constancia de lo que se veía. Había nacido el Arte Contemporáneo.
En la imagen: Arearea