Uno de los grandes logros del Barroco en España fue la definitiva instauración de la imaginería procesional. Un espectáculo plenamente barroco que pone en la calle las imágenes de la Pasión de Cristo, constituyendo no sólo un acto de fe, sino la puesta en escena más estética que el Barroco ha creado, y que pone en práctica el carácter escenográfico propio del estilo. Verdaderamente, las procesiones de Semana Santa suponen la conjunción de todas las artes en un mismo concepto. La escultura de las imágenes, la música que acompaña a los desfiles procesionales, la arquitectura de la ciudad, que sirve de telón escénico o las artes decorativas (desde la orfebrería a los bordados). Pero además, la visualización de este tipo de procesiones consigue hacer que el espectador sea una parte activa, y no pasiva, del espectáculo, en el que además tiene la posibilidad de experimentar al mismo tiempo los cinco sentidos. Estamos ante una de las mejores creaciones estéticas y artísticas del Barroco español, que, aunque con sus lógicas variantes, ha perdurado hasta nuestros días, y continúa viva.
En el caso de Andalucía, tenemos que señalar que la tradición sigue vigente en todas las provincias, cobrando especial protagonismo en las ciudades de Málaga y Sevilla. Al hablar de la escultura devocional del siglo XVII, el siglo del Barroco, tenemos que volver los ojos hacia el sur, y más concretamente a Granada y Sevilla, que es donde se establecieron los dos focos principales. En ambas ciudades, y pese a la crisis económica, política y social de la época, abundan los talleres de imaginería. En ambas encontramos figuras de primera categoría junto a aprendices de mayor o menor calidad.
En Sevilla, los primeros años del siglo XVII estuvieron dominados por Juan Martínez Montañés, todo un maestro de la escultura, en cuyas obras se advierte aún un clasicismo heredero del Renacimiento. Sin embargo, no será él quien se dedique plenamente a la imaginería procesional, sino su discípulo Juan de Mesa (1583-1627). Este gran escultor se dedicó a los encargos llegados de diversas cofradías, la mayoría sevillanas, y supo hacer evolucionar las ideas aprendidas de su maestro. Así, sus obras, pese a beber de las fuentes clásicas, apuestan por una representación más decidida del dolor, sin que eso signifique llegar a lo cruento. Su serie de crucificados es especialmente valiosa, como muestran el Cristo de la Buena Muerte, el Cristo del Amor o el Cristo de la Conversión , todos en Sevilla. En estas obras, Mesa introduce algunas de sus firmas características, siendo la de la espina que atraviesa el lóbulo de una oreja una de las más llamativas.
Sin embargo, a pesar de que se especializara en la ejecución de Crucificados, Juan de Mesa tiene en la imagen de Jesús del Gran Poder (1620) de Sevilla su obra más conocida y popular. Ello lo podemos atribuir a la innegable calidad de la talla del Nazareno, que con casi dos metros de altura adopta una zancada que impresionó a gentes de todas las épocas . Pero lo que hace verdaderamente famosa a esta imagen es, sin embargo, la devoción que despierta entre todos los sevillanos y también entre otras personas venidas de fuera. Aquí el éxito de la escultura, y el éxito de Mesa, por tanto. El propósito de un imaginero de la época, y en ello insisten los contratos que firmaban con las hermandades y cofradías, era provocar la devoción en el fiel. Juan de Mesa estuvo especialmente inspirado al realizar esta soberbia escultura, que caraga la cruz con una expresión de dulzura que ha conmovido a los sevillanos de varias generaciones. Una exprsión de dulzura que al mismo tiempo intimida y crea un efecto inmediato en todo aquel que la contempla. En definitiva, la escultura deja aquí de ser escultura, para convertirse en una imagen a la que todos los ojos se dirigen, sean o no creyentes. Y es entonces cuando comprendemos la advocación de esta obra cumbre de la escultura barroca española: Gran Poder.
El Gran Poder procesionando sobre su paso (también del siglo XVII) llegando a su iglesia al amanecer. Mañana del Viernes Santo:
6 comentarios:
El gran podé y la macarena son los pesos pesados de la semana santa sevilla. Semana santa que tengo el gusto de no ver, y eso que durante largas temporadas vivo en sevilla. Precisamente mi señora me habló el otro día de las imágenes estas, de la escuela castellana y la andaluza. Me enseñó las grandes diferencias y me quedé pasmao, que ganas de hacer sufrir a la madera macho.
Yo que me caracterizo por no creer en nada, no me gusta la semana santa mas que nada por un trauma infantil. Ya que mi madre me llevaba obligado a ver todos los pasos, 6 o 7 horas por la calle y claro, siendo yo un zagal que prefería ver discovery channel...Eso si, no digo que no tenga su arte tallar la madera de esa forma, yo que soy incapaz de hacer una recta a mano. Un saludo maestro!me alegro de que te haya gustado mi blog!te seguiré de cerca!
Madre mía, el jueves tuve mi exámen cuatrimestral de Barroco! Pero me pusieron una de Gragorio Fernández, La piedad.
Personalmente me gusta mas la escuela castellana que la andaluza, pero la andaluza tiene unas cosas que te dejan la boca abierta.
Me encanta ese ambiente teatral que le dan y todas las cosas que les agregan para que parezcan mas reales y conmuevan al público.
Es increible como un mismo movimiento tiene distintas formas de ver las cosas; unos quieren mostrar la cruda realidad y otros quieren atenuar el sufrimiento de las figuras haciendolas mas idealizadas.
De la escuela andaluza las que mas me gustan son la del Cristo de la buena muerte y esta, del Gran Poder. A la del gran poder se le puede cambiar la vestimenta e ir sólo con el paño de pureza ¿no? y tiene los brazos articulados. Todavía tengo fresco el exámen en mi cabeza, jajaja.
Me gusta mucho como redactas, a ver cuando saco tiempo y me leo las demas entradas. =)
Saludos!
GrEgorio Fernández, que se me va la mano.
Es impresionante esta imagen. Desde un punto de vista histórico-artístico, no tiene nada que objetar. Desde un punto de vista religioso, transmite una gran cantidad de sentimientos.
Qué ilusión me haría poder vivir un año la Madrugá en Sevilla!
Saludos Gonzalo!
Gracias a los tres por vuestros comentarios. No cabe duda que, independientemente de las creencias, la Semana Santa constituye un grandioso espectáculo. Sobre todo con las grandes tallas, como este nazareno de Juan de Mesa
No hay palabras ante tanto silencio. Realmente sobrepasa el arte y se interna en el misterio, aunque los que nunca lo han visto andando por Sevilla no lo crean.
Muy interesante el artículo
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